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Hoy inauguramos una nueva sección!
Una serie de cuentos cortos con una moraleja o aprendizaje final.
En esta ocasión vamos a reflexionar acerca del juicio que le otorgamos a los sucesos de la vida y cómo eso puede robarnos la paz.

¿Te pasa que muchas veces crees que lo que te está sucediendo es terrible y después de un tiempo (largo o corto) te das cuenta que eso fue una bendición?

O al contrario, ¿te vanaglorias por algo y de pronto eso cambia rotundamente?

En este cuento te enseño cómo las circunstancias de la vida cambian así, sin más, y si te aferras mucho a algo (bueno o malo) podrías terminar sufriendo.

Practicar el «no juicio» y el «desapego» no es fácil y no sé si es posible lograrlo al 100 x 100; al menos no es mi experiencia, quizá la de algunos gurúes. Por mi parte puedo decirte que a medida que aprendo a ser más desprendida y a la vez comprometida, menos sufro.
Igualmente aún tengo apegos y juicios, y vos?

Cuando entro en mi interior y practico la observación consciente puedo comprender a este viejo sabio, allí en ese espacio puedo contemplar la belleza y perfección de todo, y darme cuenta del Amor que lo sostiene.
Te propongo intentarlo, cierra tus ojos, haz unas cuantas respiraciones conscientes y observa tu mundo sin juicios, sin establecer qué está bien y qué está mal, sólo observa; no encasilles ni etiquetes nada… y cuéntame cómo te fue!

Finalmente te dejo aquí el cuento si lo quieres leer mientras lo escuchas:

EL VIEJO SABIO
Hay una historia acerca de un viejo sabio en la China que tenía un caballo y un hijo. Todos sus vecinos le tenían lástima y siempre le decían: ‘Qué triste que todo lo que tienes es un hijo y un caballo’. El viejo sabio siempre respondía con lsa siguientes palabras: ‘¿Qué es bueno, qué es malo, quién sabe?’.

Un día, el caballo se escapó. Todos los vecinos se le acercaron con mucha compasión, diciendo: ‘¡Es terrible, tu único caballo se escapó y ahora solamente tienes a tu hijo. Es terrible!’. Como siempre el viejo sabio encogió sus hombros y dijo: ‘¿Qué es bueno, qué es malo, quién sabe?’.

Pasó una semana y el caballo regresó, y con el venían doce hermosos caballos salvajes. Los vecinos estaban muy emocionados y corrieron hacia el viejo proclamando su buena fortuna: ‘Es tan maravilloso, ahora tienes muchas posesiones’. El viejo sabio respondió una vez más encogiendo sus hombros con las acostumbradas palabras: ‘¿Qué es bueno, qué es malo, quién sabe?’.

El viejo sabio le dijo a su hijo que comenzara a entrenar a los caballos salvajes para que pudieran serle útiles. Un día, el hijo estaba montando un caballo particularmente salvaje, se cayó y se rompió ambas piernas. Cuando los vecinos supieron, llenos de lástima, le decían: ‘Qué cosa tan horrible lo que le pasó a tu único hijo’. El viejo sabio nuevamente se encogió de hombros y dijo: ‘¿Qué es bueno, qué es malo, quién sabe?’.

Poco tiempo después llegaron unos jinetes de una villa cercana buscando a todos los hombres físicamente capaces para ir a la guerra y para ayudarles a proteger su villa de la banda de ladrones que merodeaban por ahí. Así fue como todos los hombres de la villa cercana fueron a ayudar a la guerra excepto el hijo del viejo sabio, quien tuvo que quedarse en la casa porque sus dos piernas rotas aún no habían sanado. Todos los jóvenes que fueron a la guerra murieron pero el hijo  del viejo sabio vivió muchos años. FIN.
Escucha ls reflexiones finales en el podcast.

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¡Que tengas una hermosa semana!

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Hasta la próxima semana,
Analía

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